sábado, 1 de noviembre de 2014

País de primera, ciudadanos de segunda

Muchas semanas sin escribir… pero no por falta de inspiración, mas bien por falta de tiempo! En este país se invierte mucho tiempo buscando harina de maíz precocida, champú, jabón de lavar la ropa... Y el comentario generalizado es: “esto se lo llevó quien lo trajo”, “el que pueda que se vaya”, “este país se volvió una mi…” y cosas por el estilo. Tristemente, usted si quiere y puede se puede ir a Kuala Lumpur, o a la República de Vanuatu, chévere;  pero el problema no es Venezuela, el problema somos los venezolanos.

Y esta crítica no la hago desde los Hamptons tomando Arnold Palmer*, estoy en mi casa en Caracas, viviendo las mismas calamidades de todos los que cohabitamos en la ciudad de los techos rojos.
Resulta que ayer estuve en un bingo de caridad, a beneficio de los niños en situación de riesgo, como se les llama a los niños casi o totalmente abandonados. Dicho bingo se realizaba en una famosa casa de festejos; dónde se han llevado a cabo muchas de las bodas más renombradas de la ciudad. Impactante sorpresa al llegar, alrededor de las cuatro de la tarde, que las personas, en su mayoría mujeres, estaban haciendo cola para entrar! Ojo, el bingo no era gratis, como dicen en los bancos: el costo de la entrada era de cuatro cifras bien bajas, pero cuatro.
¿y por qué están haciendo cola para entrar? Pregunté al chico de la puerta. “Señora, porque la gente se volvió loca” fue su respuesta. Y no estaba lejos de la realidad.
En este tipo de eventos el valor de la entrada cubre la bebida, la comida y un cartón para jugar bingo hasta que el cuerpo aguante. Es decir, todo el que estaba allí había comprado o compraría su entrada a fin de tener acceso al mencionado recinto. Fail #1.
Una vez adentro había una estación de perros calientes, un snack muy común en Venezuela. La cola era como para obtener la vacuna contra el ébola… y la gente sacaba de dos y tres perros calientes, no se si por gula o por el fastidio de volverse a inyectar. Perdón, de hacer nuevamente la cola. Fail #2
Comienza en bingo con sus diferentes formas de jugar y al llegar a la animación, el señor encargado dice “busquen bajo sus asientos, que hay tickets con premios” Esa sala colapsó. Cerca de mil mujeres enloquecidas buscando las famosas calcomanías que les darían algún cachivache de obsequio. Se acerca entonces una señora cuarentona, elegantemente vestida, rubia y de ojos azules y le dice a mi mamá: “señora, ya vio si tiene ticket su silla?” Cual seria mi sorpresa cuanto dicha señora le pide el ticket a mi mamá para irle a buscar el precio y “elegantemente” se lo robó!!!!!!!
La Muñe a sus 83 años por supuesto que le dio el ticket, pero lo más frustrante fue verle su cara de decepción al ver que se había ganado “algo” y que ese “algo” se lo había robado una “señora” dentro del mismo bingo. Fails #3 y #4.
Ya bastante avanzado el bingo y cerrado el capítulo del premio en la silla, se hace un revuelo en una esquina del local. El comentario generalizado era “qué pasa allí?” Sorpresa: había una mesa con una imitación de Pirulin, llena de productos detallados y por cajas. En el momento del revuelo, las personas encargadas de dicha mesa decidieron regalar los productos. Aquella escena fue dantesca: las personas corrían con las manos llenas de las benditas barquillitas, así como quien consiguió una mina de oro. Fail #5
Con los yogurt de cortesía al menos la gente no corrió, pero se podía apreciar en las mesas los doce y dieciséis potecitos de yogurt “para llevar”. Y pensé yo: “¿esto no es un bingo de caridad? ¿No venimos aquí a dar mas que a recibir?”
Yo estimo, sin ánimo de ser discriminadora, que el nivel socioeconómico promedio de los asistentes era medio, medio alto o alto. Es decir, los asistentes del bingo éramos personas con cierto nivel educativo también; lo que hace aun más degradante la situación. ¿es así como se da el ejemplo? ¿es así como se construye una mejor Venezuela?

Entiendan algo: aquel quién lleve el rancho en la cabeza, se llevará el rancho a donde sea  que vaya. Y la mejor Venezuela se construye desde la conducta individual, hacia el colectivo, y no de la manera contraria.


*Arnold Palmer: bebida hecha de mitad limonada, mitad te helado

y tu eres el número:

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