Muchas semanas sin escribir… pero no por
falta de inspiración, mas bien por falta de tiempo! En este país se invierte
mucho tiempo buscando harina de maíz precocida, champú, jabón de lavar la
ropa... Y el comentario generalizado es: “esto se lo llevó quien lo trajo”, “el
que pueda que se vaya”, “este país se volvió una mi…” y cosas por el estilo.
Tristemente, usted si quiere y puede se puede ir a Kuala Lumpur, o a la
República de Vanuatu, chévere; pero el problema no es Venezuela, el problema somos los
venezolanos.
Y esta crítica no la hago desde los
Hamptons tomando Arnold Palmer*, estoy en mi casa en Caracas, viviendo las
mismas calamidades de todos los que cohabitamos en la ciudad de los techos
rojos.
Resulta que ayer estuve en un bingo de
caridad, a beneficio de los niños en situación de riesgo, como se les llama a
los niños casi o totalmente abandonados. Dicho bingo se realizaba en una famosa
casa de festejos; dónde se han llevado a cabo muchas de las bodas más
renombradas de la ciudad. Impactante sorpresa al llegar, alrededor de las
cuatro de la tarde, que las personas, en su mayoría mujeres, estaban haciendo
cola para entrar! Ojo, el bingo no era gratis, como dicen en los bancos: el
costo de la entrada era de cuatro cifras bien bajas, pero cuatro.
¿y por qué están haciendo cola para
entrar? Pregunté al chico de la puerta. “Señora, porque la gente se volvió
loca” fue su respuesta. Y no estaba lejos de la realidad.
En este tipo de eventos el valor de la
entrada cubre la bebida, la comida y un cartón para jugar bingo hasta que el
cuerpo aguante. Es decir, todo el que estaba allí había comprado o compraría su
entrada a fin de tener acceso al mencionado recinto. Fail #1.
Una vez adentro había una estación de
perros calientes, un snack muy común en Venezuela. La cola era como para
obtener la vacuna contra el ébola… y la gente sacaba de dos y tres perros
calientes, no se si por gula o por el fastidio de volverse a inyectar. Perdón,
de hacer nuevamente la cola. Fail #2
Comienza en bingo con sus diferentes
formas de jugar y al llegar a la animación, el señor encargado dice “busquen
bajo sus asientos, que hay tickets con premios” Esa sala colapsó. Cerca de mil
mujeres enloquecidas buscando las famosas calcomanías que les darían algún
cachivache de obsequio. Se acerca entonces una señora cuarentona, elegantemente
vestida, rubia y de ojos azules y le dice a mi mamá: “señora, ya vio si tiene
ticket su silla?” Cual seria mi sorpresa cuanto dicha señora le pide el ticket
a mi mamá para irle a buscar el precio y “elegantemente” se lo robó!!!!!!!
La Muñe a sus 83 años por supuesto que le
dio el ticket, pero lo más frustrante fue verle su cara de decepción al ver que
se había ganado “algo” y que ese “algo” se lo había robado una “señora” dentro
del mismo bingo. Fails #3 y #4.
Ya bastante avanzado el bingo y cerrado
el capítulo del premio en la silla, se hace un revuelo en una esquina del
local. El comentario generalizado era “qué pasa allí?” Sorpresa: había una mesa
con una imitación de Pirulin, llena de productos detallados y por cajas. En el
momento del revuelo, las personas encargadas de dicha mesa decidieron regalar
los productos. Aquella escena fue dantesca: las personas corrían con las manos
llenas de las benditas barquillitas, así como quien consiguió una mina de oro.
Fail #5
Con los yogurt de cortesía al menos la
gente no corrió, pero se podía apreciar en las mesas los doce y dieciséis potecitos
de yogurt “para llevar”. Y pensé yo: “¿esto no es un bingo de caridad? ¿No
venimos aquí a dar mas que a recibir?”
Yo estimo, sin ánimo de ser
discriminadora, que el nivel socioeconómico promedio de los asistentes era
medio, medio alto o alto. Es decir, los asistentes del bingo éramos personas con
cierto nivel educativo también; lo que hace aun más degradante la situación.
¿es así como se da el ejemplo? ¿es así como se construye una mejor Venezuela?
Entiendan algo: aquel quién lleve el
rancho en la cabeza, se llevará el rancho a donde sea que vaya. Y la mejor Venezuela se construye
desde la conducta individual, hacia el colectivo, y no de la manera contraria.
*Arnold Palmer: bebida hecha de mitad limonada, mitad te helado
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