The hardest thing

Una vez más, papá se ha enfermado. Ha pasado una semana hospitalizado y ha salido. Pero esta vez es diferente. Esta vez, sooner or later, ambos sabemos que el final está cerca.

El se ha cansado de luchar, porque siente que es arar en el mar. Su condición de médico está por encima de sus males y como pocos puede darse cuenta de lo que pasa. El fin de semana le dijo a alguien que le acompañaba: -esto es arrecho lo que estoy pasando. Yo no se qué hice, pero lo estoy pagando bien caro.

Ricardo Arjona dice en una canción "ay amor no te mueras, o muérete de un trancazo, que no hay peor agonía, que la que es de paso en paso".

Es cierto. Aquí sufrimos y padecemos todos. El corazón duele profundamente, y aun sabiendo que quizás lo mejor sea descansar, no acepto eso. Este viaje a la clínica lo puyaron mil veces, tiene los bracitos como unas berejenas. Lo dejaron quemarse en la entrepierna con el pañal, y él es tan noble que no se queja. Tiene una sonrisa dulce e ingenua que me parte el corazón con un dolor que jamás había sentido.

He entendido muchas cosas en estos dieciocho meses que llevo viviendo esto. El karma es lo que venimos a hacer al mundo, y no hay que sentirse mal por eso. He descubierto que aún con sus fallos y sus inexperiencias paternales, mi papá fue el mejor padre que me pudo tocar, y me enseñó muchísimas cosas. Tanto, que la gente nos encuentra físicamente parecidos aun sin tener un sólo cromosoma en común.

Una prima me decía hoy: -no entiendo cómo mi tía lo ama tanto, sabiendo lo que sabe. Yo le respondí:-yo si entiendo. El que mi papá haya tenido una equivocación, no borra los infinitos años felices de amor, consentimiento y abnegación que le regaló a mi mamá. Un desliz no borra una vida feliz. Así de simple.

Me duele mucho que mi papá sufra, pero también me duele pensar que cuando descanse no lo veré más a los ojos y no sonreirá ni me dará más besos en la frente.

Es tan duro despedirse en cuotas...