miércoles, 30 de mayo de 2012

Muerte... y maternidad

Esto que me ha tocado vivir, es como una edición especial del programa I didn't know I was pregnant, de Discovery Channel. Un día me desperté con dos hijos, biológicamente muy maduros, pero mentalmente bien chiquitos, entre 5 y 10 años de edad, aproximadamente.
He tenido que hacer desde las labores básicas y funcionales de la maternidad, hasta las mentales y psicológicas. Llevo 2 años re-educando a mis padres, que se transformaron en mis hijos. Los cuido, los protejo, los regaño, trato de corregirlos... Hasta el momento no siento inconformidad con el trabajo hecho.
Pero ayer me di cuenta que para algo no estoy ni medianamente preparada: para la muerte de cucú. Mi papá tiene unos pulmones sumamente delicados, y que si los ves mucho se enferman... y mi mamá me dijo "yo no te veo preparada para el siguiente paso de la vida".
Es cierto. No lo estoy. No sé si es el tiempo que he invertido cuidándolo, o el amor que nos hemos demostrado en esta circunstancia, pero ahora yo siento tan cercano a mi papá y me he esmerado tanto en que tenga calidad de vida, que absurdamente no concibo que se vaya a morir. Ni ahora ni nunca. Mi cerebro se pone obtuso en ese punto. Así como es contra natura ver morir a un hijo, mi cabeza loca no asume que este tiempo de cuidados es temporal y que en algún momento ha de terminar. Y pese a ser la ley de la vida, pues no lo asumo muy bien.
Yo reconozco las limitaciones que le ha traído a mi vida personal el cuidar directamente de mi papá, pero no me importa y no me interesa. Yo quiero seguir al lado de la persona que Dios me dejó, así no sea el papá que yo conocí por más tiempo.
No niego que siento nostalgía del otro papá, del médico autosuficiente y todopoderoso. Con todas sus cosas, era un buen padre. Y era un mejor amigo, no juzgaba, sólo daba sus puntos de vista. Al menos así fue durante mi vida adulta, una persona con una paciencia inagotable y muy leal a sus convicciones. Trabajador y buen hijo, sobretodo para la familia que le tocó. Buen marido, buen compañero. 
Mi papá, con todos sus defectos, era un hombre ejemplar. Y ahora es el ser más dulce que he conocido. Espero que Dios me siga dando fortaleza para lidiar con lo que tengo y aceptar lo que esté por venir.


1 comentario:

Chemi dijo...

Dios concédeme la Serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar; Valor para cambiar las cosas que puedo; y Sabiduría para reconocer la diferencia.

- REINHOLD NIEBUHR

y tu eres el número:

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