Razón tenía Carlos Baute cuando cantaba su célebre canción “yo me quedo en Venezuela”: no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista… Lo que nadie se percató en su momento, fue de las letras pequeñas… yo NO me quedo en Venezuela.
Y es que ¿cómo quedarse? Todos los días sale alguien a la calle buscando a quien timar, a quien robar, a quien venderle algo falso como legítimo… es insoportable el tener que salir día a día con el dedo en el gatillo, siempre a la defensiva, tratando de no salir JODIDO, con el perdón de mis queridos lectores.
A mi me han hurtado cosas de la casa y ni rastro de conocer al culpable… casi que dejan una tarjetica tipo “El Tornado”. Un motorizado gentilmente me chocó, partiéndome un retrovisor del carro, y el taller “autorizado” por el seguro se robó el repuesto y trato de engañarme con un espejo que no era el de mi carro. A una amiga le robaron su cartera en su propio negocio! Es que nadie respeta nada…
Y la consigna de mico es que si alguien tiene, se lo podemos quitar. DIOS. Nosotros realmente siempre hemos vivido en la anarquía, pero ahorita como que la sobre estimulamos! Existe media ciudad que no visitamos por temor a ser robados, o secuestrados… sin hablar claro del peor desenlace, que también es posible.
Salimos a la calle, desvalijados, con la menor cantidad de cosas que pueda llamarle la atención a alguien más. Procuramos no hablar demasiado de nosotros mismos con desconocidos, por temor a lo que puedan hacer con esa información… Y no estamos hablando de la Venezuela oligarca; esa sale a la calle en carros blindados y guardaespaldas enfluxados. Hablo del común del Venezolano, del que cobra quince y último, espera sus piches cupos para ver si se ahorra cuatro pullas en las cosas que solían gustarle y que ya no traen o aquí cuestan las perlas de la virgen.
De verdad, es difícil reprocharle a alguien cuando se va del país. Y no es que la gente se muda a Suiza o a Finlandia (seguro habrá algún caso). El desespero llega a tal punto que Colombia, Perú, Guatemala, México, Panamá o cualquier republica bananera es mejor opción que vivir en nuestra pequeña Venecia.
“Todos somos Polar”. Cada vez que leo esa frase mi cerebro responde “jaja, todos somos idiotas”. Nuevamente me disculpo con mis lectores, pero es que en cuál cabeza cabe, que la mejor solidaridad que podemos mostrar es rayando carros y poniendo semejante frase en los nicks de de los teléfonos inteligentes? Es cierto, algo hay que hacer si no queremos quedar como Napoleón en Waterloo, pero dudo que la respuesta sea tan simple como armarnos con Cherry Blossom color blanco.
Me apena que Carlos Baute no se equivocara, y que su mensaje se mantiene subliminalmente presente en la actualidad…. Aquí no hay quien viva.
Y es que ¿cómo quedarse? Todos los días sale alguien a la calle buscando a quien timar, a quien robar, a quien venderle algo falso como legítimo… es insoportable el tener que salir día a día con el dedo en el gatillo, siempre a la defensiva, tratando de no salir JODIDO, con el perdón de mis queridos lectores.
A mi me han hurtado cosas de la casa y ni rastro de conocer al culpable… casi que dejan una tarjetica tipo “El Tornado”. Un motorizado gentilmente me chocó, partiéndome un retrovisor del carro, y el taller “autorizado” por el seguro se robó el repuesto y trato de engañarme con un espejo que no era el de mi carro. A una amiga le robaron su cartera en su propio negocio! Es que nadie respeta nada…
Y la consigna de mico es que si alguien tiene, se lo podemos quitar. DIOS. Nosotros realmente siempre hemos vivido en la anarquía, pero ahorita como que la sobre estimulamos! Existe media ciudad que no visitamos por temor a ser robados, o secuestrados… sin hablar claro del peor desenlace, que también es posible.
Salimos a la calle, desvalijados, con la menor cantidad de cosas que pueda llamarle la atención a alguien más. Procuramos no hablar demasiado de nosotros mismos con desconocidos, por temor a lo que puedan hacer con esa información… Y no estamos hablando de la Venezuela oligarca; esa sale a la calle en carros blindados y guardaespaldas enfluxados. Hablo del común del Venezolano, del que cobra quince y último, espera sus piches cupos para ver si se ahorra cuatro pullas en las cosas que solían gustarle y que ya no traen o aquí cuestan las perlas de la virgen.
De verdad, es difícil reprocharle a alguien cuando se va del país. Y no es que la gente se muda a Suiza o a Finlandia (seguro habrá algún caso). El desespero llega a tal punto que Colombia, Perú, Guatemala, México, Panamá o cualquier republica bananera es mejor opción que vivir en nuestra pequeña Venecia.
“Todos somos Polar”. Cada vez que leo esa frase mi cerebro responde “jaja, todos somos idiotas”. Nuevamente me disculpo con mis lectores, pero es que en cuál cabeza cabe, que la mejor solidaridad que podemos mostrar es rayando carros y poniendo semejante frase en los nicks de de los teléfonos inteligentes? Es cierto, algo hay que hacer si no queremos quedar como Napoleón en Waterloo, pero dudo que la respuesta sea tan simple como armarnos con Cherry Blossom color blanco.
Me apena que Carlos Baute no se equivocara, y que su mensaje se mantiene subliminalmente presente en la actualidad…. Aquí no hay quien viva.
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