He tenido que asistir a dos matrimonios eclesiásticos… y es inevitable sentir nauseas, repulsión, asco. En eso, perdí la fe.
Las bodas me causan rencor. Me recuerdan todo lo que he pasado. Me abruma la ingenuidad de la gente que cree que el amor es para siempre; dulce y bonito. Yo sé que todas las historias no son tan horrendas como la mía, pero haber vivido la traición de la forma que yo la viví, deja un sabor de boca muy amargo. No quedan ganas de creer en nadie.
Porque al final, fue una traición: a los sentimientos, a los valores, a la honestidad. Fue una puñalada trapera en la espalda de alguien que aun estaba de rodillas a causa del maltrato y el desamor.
No me imagino el futuro. Hay demasiadas cosas en las que me cuesta un mundo creer.
4 comentarios:
....No sienta ese odio...le apuesto lo que quiera que ese ser que le hizo eso, esta peor que Ud.
Yo también imagino que ese ser está peor, pero peor en salud mental, en pureza del alma, en compasión por el prójimo y unas cuantas cosas más...
Dije peor...no aclare en que, posiblemente si.
Yo sé lo que se siente. Después de mi divorcio me costaban mucho los matrimonios y no podía explicarlo. Me ponía muy sentimental. Ahora soy un poco más escéptica con todo el tema, más fría. Hay gente que se ríe porque yo no ando con el rollo de que asumí que la cosa es para toda la vida.
Es mientras estemos contentos de estar juntos.
No sé, la ruputura con una pareja con la que has vivido, que ha sido más que un novio te debería matar. Así lo dijo Diane Lane en una peli. Debería mandarte a terapia intenstiva para que todo el mundo vea la sangre y lo fuerte que te pega. Pero como todo, el tiempo pasa y las heridas sanan, y todo poco a poco vuelve a su lugar.
Paciencia, que llegará alguien que valga la pena y volverás a creer, de una forma distinta quizás, pero volverás a creer.
Como dicen por ahí, lo que no te mata, te hace más fuerte.
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