martes, 21 de enero de 2014

La tía Tula

Y no me refiero al personaje de Miguel de Unamuno... me refiero a una persona muy especial que la vida me permitió conocer hace ya unas cuantas décadas. 
La tía Tula es una mujer dulce, cariñosa, amable, atenta, servicial... quizás demasiado servicial. Nacida en el seno de una familia humilde; alguien, a quien yo no conozco, decidió entregarla a una familia "acomodada" de su mismo pueblo. Así, sin mayor protocolo, como quién entrega un animalito para domesticar.
Tula tendría unos 8 años cuando llegó a la casa de esta pareja sin hijos, quienes vivian con dos sobrinos algo mayores que ella. Estos sobrinos bautizaron a Tula.
La vida de Tula transcurrió ayudando en las labores domésticas; lavar, planchar, regar las matas, matar las gallinas para el sancocho, cuidar de los otros animales... pero sin un mayor interés por su vida como individuo. Al parecer Tula no demostró mayor interés por las cosas académicas, y sus tutores tampoco pensaron demasiado en el futuro de esta niñita que con tanta eficiencia les atendía diariamente.
El tiempo pasó, y su padrino se fue a la capital, a estudiar para ser doctor. Quedó nuestra tía Tula con sus tutores ¿oficiales? y con su madrina.
Si bien la pareja era bastante considerada, la madrina de Tula era una mujer de recio carácter, oculto detrás de una sumisión algo fingida. Su madrina era de esas personas que sólo se sentaba a la mesa después de papá, que podía doblegar su opinión o deseo por una orden "de jerarquía", y de paso, soltera. O solterona.
La muerte intempestiva del novio de la madrina la dejó sumida en su dolor. Nunca más tuvo una pareja, de ningún tipo... y peor aun, tampoco colaboraba en que la tía Tula tuviese un novio. 
El tiempo pasó, inexorablemente. Papá y mamá murieron, de viejitos. Y fue entonces, cuando Tula conoció lo que era el yugo.
Su madrina ya no le permitió viajar, ni salir con nadie; ni siquiera de su familia, porque "no podía dejarla sola". Ingrimas las dos en aquel caserón colonial, los días de Tula transcurren entre rezar el rosario el ánima de pica pica, echarle comida a los pollos y ponerle comida al gato... Pero siempre adentro! Ya mamá tiene casi cinco años de muerta, y es el mismo tiempo que Tula lleva en su discreta cárcel.
Cómo se supone que papá y mamá, realmente mejoraron la vida de Tula? Es que acaso servir y no tener ningún tipo de autonomía es mejor vida que la vida humilde que pudo tener con su familia biológica? Porque la verdad es que si bien su familia no vive en medio de grandes comodidades pues tienen que comer, y las hermanas contemporáneas con Tula son abuelas de muchos.
El candor de Tula le permite aun sonreír. Echar broma. Quizás hasta soñar. Y es esa misma ingenuidad, lo que al parecer la protege del sufrimiento real de ser una presa sin condena dictada.
La vida algunas veces puede ser tan cruel y vejadora...

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