Esta es la primera vez en años que lloro de la risa en una
película, más aún siendo venezolana.
Usualmente las películas venezolanas giran en torno a
nuestras miserias; el barrio, el hampa, la inseguridad, la droga, la
prostitución… en cambio, esta película esta basada en una de las pasiones más
arraigadas que tiene el venezolano: el béisbol.
Es un híbrido de la película “Fever Pitch”, y la novela
Romeo y Julieta: un amor entre caraquistas y magallaneros.
Uno de los encantos principales de la película es retratar
al venezolano que siempre hemos sido: al venezolano amiguero, jodedor, que se
ayuda en las buenas y en las malas, que las penas las mata con un roncito y que
cuando juega dominó no lo para de la silla ni un terremoto.
El parecido del protagonista con el actor Ricardo Álamo es
notorio; tanto físicamente como en los gestos. Bien si es innato o es
aprendido, esa característica puede abrirle muchas puertas en el mundo de la
televisión, considerando además su juventud.
A la protagonista la hemos oído ya en el monstruo de la
mañana, y la hemos visto en la telenovela “De todas maneras Rosa”. Creo que es
un talento en franco crecimiento.
El choro metiche, el perrero sentimental, el hermano manganzón, el abuelo
fanático… yo creo que todos son personajes reales. En cada familia venezolana
hemos visto a alguien así, bien en el núcleo o cuando salimos a la calle. El
venezolano es eso, es el tipo que siempre está viendo que inventa para
rebuscarse o en su defecto, se adapta a la situación que le toque… batea lo que
le lancen.
Sin embargo, hay una escena pre desenlace que me hizo pensar
en nuestra más reciente rivalidad venezolana: el chavismo versus la oposición.
Es ante un evento de gran magnitud, que ambos bandos dejan de lado sus
diferencias en el campo y hacen las paces. Es eso lo que queremos los
venezolanos? Un evento de tal magnitud, que sea lo única forma de hacernos
olvidar que más allá de ser chavistas u opositores somos VENEZOLANOS?
Han pasado demasiados años desde que el César y Napoleón
usaran como estrategia política “Divide et impera”. Ya basta.
Venezolanos somos todos. Magallaneros, caraquistas, guairistas,
chavistas y opositores. Cuando hacemos cola en el supermercado, nadie nos
pregunta a cual bando pertenecemos para asignarnos la cantidad de productos que
podemos comprar. Tampoco nos hacen esa pregunta cuando nos roban o cuando nos
secuestran.
Ya es hora que dejemos atrás la división, y que volvamos a
ser no sólo el pueblo unido que siempre fuimos, sino el bravo pueblo que
necesitamos para salir del hoyo en el que nos encontramos.
Siempre después del momento más oscuro, llega el amanecer.
Es hora de despertar venezolanos, pero como uno solo.
Chapeau para Papita, Maní, Tostón.
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